No nací siendo un guerrero como muchos afirman serlo, pero aprendo a serlo día a día como cualquiera puede lograrlo. Carlos Romano, mi historia en el fitness
Mi historia en el fitness: Carlos Romano
En esta sección “Mi Historia en el Fitness” podrás conocer más de las personas que con su trabajo, constancia, dedicación y esfuerzo han cambiado su vida y han inspirado a millones a llevar una vida mejor.
Mi historia en el fitness: Carlos Romano
Mi vida en el fitness comenzó casi sin darme cuenta, a los 26 años pesaba más de 100 kg de grasa, mi autoestima estaba totalmente destruida, no solo por mi aspecto físico sino por muchas situaciones de mi vida, una niñez muy complicada, mis padres se ausentaron y me crió mi abuela, depresiones, me faltaron muchas cosas en mi adolescencia por la condición económica de mi familia… en fin, siempre fui una persona «normal» que se levanta temprano para ir a trabajar todo el día y lo único que esperaba era volver a mi casa para tomarme una cerveza y mirar tv. Sin la voluntad de hierro que se necesita para levantar el culo de la silla y hacer aquello que hay que hacer para conseguir lo que uno quiera, ya sea por mi carrera universitaria que nunca terminé, por conseguir un trabajo cada vez mejor pago o simplemente mejorar mi aspecto físico. Era de esas personas que pensaba que para lograr algo, tenés que nacer para eso, con algún tipo de condición innata que te hace diferente a los demás y de no ser así cada uno tenia que conformarse con lo que es.
Un día decidí entrar al gym, con toda la inseguridad de que me resultara como las miles de veces anteriores que había arrancado, como quien empieza la dieta el lunes para el miércoles abandonarla, sobre todo al ver a tipos con toneladas de músculos encima y mujeres con cuerpos esculturales y al ver que el entrenador solo corre detrás de las chicas más lindas del gym, o que después de los primeros 10 minutos de bici fija ya me sentía cansado o al ver mi rutina y no poder interpretar el nombre de los ejercicios ni entender para que sirve cada máquina, o al sentir el cuerpo todo machucado la primer semana. Decidí seguir adelante solo para que el dinero de la mensualidad no fuera plata tirada, aunque saliera del gym para ir a comerme una pizza tal vez.
Mi sorpresa comenzó en el momento en que pasé por una farmacia, me subí a una báscula y había perdido 2 kg. Con ese resultado, me propuse seguir intentando y perdí dos kilos más, quise llevarlo un poco más adelante y decidí empezar a limpiar de a poco mis comidas. Los comentarios de mi entorno solo hablaban de burlas y risas al verme a mí, el gordito llenando su tupper con pescado y ensalada, comentarios como «dale gordo, cómete una porción de pizza si te morís de ganas”. Cada unos cuantos días derrapaba con la comida y eso me generaba culpa, pero seguí entrenando y el lunes arrancaba de nuevo la dieta, pasaron los meses, la ropa me quedaba grande, fue donde me di cuenta que lo que estaba haciendo de verdad resultaba. Perdí 30 kg en poco más de un año, me veía totalmente diferente, ya con eso estaba contento, pero el gym te enseña que el conformismo no te lleva a ningún lado. Así que quise empezar aumentar mi masa muscular y llevarlo a un nivel más alto de compromiso. Conocí lo que era realmente hacer dieta y me costo mucho poder adaptarme, me costo muchos intentos que terminaban en ceder ante la tentación de la comida, pero intente e intente las veces que fueron necesarias. Después de casi 4 años de haber empezado, mi sueño es el de subirme a una tarima a competir con los mejores, poder exponer lo que tanto me costo a lo largo de estos meses. Hoy me encuentro motivando a personas a seguir adelante y me resulta tan loco que no me lo habría imaginando nunca, yo, el gordito que quería volver a su casa a tomar una cerveza, hoy sale del trabajo con un destino fijo, el gimnasio, con el entrenamiento como parte de su vida, de su rutina y de su persona. Mi autoestima es mucho mejor, puede sonar exagerado, pero adentro del gym estoy aprendiendo lo que no me enseñaron mis padres, aprendo que el trabajo duro esa es condición innata que necesitamos para ser quienes queremos ser, que el esfuerzo y el hacer las cosas bien siempre va a dar sus frutos, que la voluntad y disciplina se desarrollan de manera progresiva y que no podemos rendirnos solo por ceder a la tentación en los primeros intentos. Todo esto que aprendo en el gimnasio, es aplicable a todos los aspectos de la vida, que no se necesita ser inquebrantable psicológicamente para lograr esto. Paradójicamente aquellos que hemos sufrido tanto en la vida, somos quienes logramos algo en todo esto, porque ya sabemos lo que es sufrir una y otra vez, porque sabemos seguir adelante después de los tortazos de la vida y sabemos que este nuevo dolor que nos espera en el gym, esta vez es para nuestro bien, y por eso nos aferramos y amamos ese dolor, porque son dolores con sabor a caricia hacia nosotros mismos, porque son dolores que fortalecen y no que deprimen. No nací siendo un guerrero como muchos afirman serlo, pero aprendo a serlo día a día como cualquiera puede lograrlo.
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